Cuando muere un ser querido

Todas las personas en esta vida enfrentamos retos difíciles que pueden afectar nuestra rutina diaria, y uno de ellos, es la muerte, un desenlace que casi todos nos hemos visto obligados a confrontar al perder a algún un ser querido.

Pero, ¿qué sucede cuando nos enfrentamos a un reto tan enorme como este? Esto es algo que nadie quiere experimentar, pero la realidad es que algunos proveedores de salud mental se encuentran con estos casos y la necesidad de saber lidiar con ellos es muy importante.

La muerte de una persona amada puede ser un evento que nos marca toda la vida, inclusive hasta por perder una mascota, algo que es muy doloroso para muchas personas, por lo que los sentimientos de tristeza y aflicción pueden durar hasta meses.

El fallecimiento de alguien allegado es abrumador y muy difícil para los niños y adultos. En algunos pequeños los intensos sentimientos asociados con la muerte, pueden ser interrumpidos temporalmente por un estado emocional normal, solo para ser remplazados por más tristeza unas horas, días,  semanas o meses.

Mientras la mayoría de los adultos entendemos que la muerte es inevitable y parte de un ciclo, los niños usualmente no tienen el mismo nivel de entendimiento, por lo que necesitan que un adulto les hable, guíe y oriente.

Es importante también saber que no todos los niños son iguales y la manera de hablarles debe ajustarse a la forma de ser del pequeño.

Hace unos días atrás hablaba con un profesional en salud mental que trabaja con este tipo de casos y me decía que es muy común escuchar a los niños hacer preguntas como: ¿A qué horas llega mi papá?, o decir: “Le voy a mostrar este carrito nuevo a mi mamá cuando llegue”. Muchas veces la persona que está a cargo del pequeño responde con frases como: “ella está durmiendo eternamente y no puede volver con nosotros” o “ella falleció y la perdimos”.

La intención es muchas veces usar frases delicadas, pero estas pueden ser confusas para el niño, debido a que los pequeños piensan literalmente y pueden creer que si la despiertan o si la buscan, ella seguramente va a regresar donde ellos.

Los adolescentes y adultos también experimentan una variedad de emociones, incluso cuando es una muerte esperada, debido a una larga enfermedad.

Algunas de las emociones que una persona puede sentir son: negación, incredulidad, confusión, tristeza, añoranza, rabia, humillación, desesperación y culpa, sentimientos que son normales cuando perdemos un ser querido.

El asimilar completamente el impacto de una perdida de esta magnitud toma tiempo, sin embargo, cuando pasan muchas semanas e inclusive meses, y la persona continúa sintiéndose triste y sin esperanza, es posible que necesite ayuda profesional para ayudarle a evitar que entre en un estado de depresión mas profundo.

Después de un tiempo se espera que la persona pueda recordar al fallecido sin demasiado dolor, que aprenda a vivir sin ese familiar o allegado y pueda volver a tener una vida normal con familiares, compañeros y amigos.

Para conseguir esto es necesario que la persona acepte la pérdida y empiece poco a poco a aprender a convivir con otras personas.

Los objetivos y la perspectiva de la vida van a cambiar; recuperar otra vez el interés por la vida va a marcar un momento de superación. Liberarse del dolor no significa dejar de querer o recordar, es simplemente no dejar que la tristeza agobie al individuo.

La muerte es un proceso natural que se inicia al nacer, pero no deja de afectarnos inmensamente cuando nos toca de cerca.

Para más información visite

http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/bereavement.html

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